Biografía de Los Prisioneros
Los Prisioneros, el grupo más importante del Rock Chileno, nace los
primeros días de marzo del 79, cuando Jorge González, Claudio Narea
y Miguel Tapia entran a primero medio en el Liceo 6 de San Miguel,
en Santiago de Chile; al ratito de conocerse, comenzarán a hablar
de música, a prestarse vinilos y casets, a visitarse para tomar
once y pelar el cable, a cantar y guitarrear sus temas favoritos y,
en algún momento, a cantar melodías y letras propias; juegos de
palabras, hueveos, rabia musical, canciones de amor, himnos raros
de un grupo ultracerrado de amigos que se hacían llamar Los
Papafuentes en mención al líder de la patota. Va a ser en el mismo
período escolar cuando tomarán la música más en serio, al punto de
hacer las primeras presentaciones en el propio Liceo, bajo el
nombre de Los Vinchucas. Algo grande estaba naciendo.
Como buenos mateos, tienen un buen puntaje en la PAA, que llevará a
Jorge a estudiar Sonido en la Chile y a Claudio Ingeniería Civil en
la Usach. La música los seguirá reuniendo para tocar, crear,
recorrer calles buscando instrumentos de ocasión.
Es el año 83 y estallan las primeras protestas contra los milicos,
violentas y masivas.
Jorge tiene un amigo en la Chile con el que tiene buena onda:
Carlos Fonseca. Le comenta que canta, que tiene un grupo. Al tiempo
ambos dejan la carrera, cada uno por su lado. Cuando vuelven a
verse, Jorge le pasa un caset con algunas canciones que dejan a
Fonseca paralelo: Nunca había escuchado algo así. Le propone que
hagan de esto una carrera, una forma de vivir. Les consigue
instrumentos, contactos, tocatas, movidas. Les sale a pegar afiches
por Santiago de noche.
SE ARMA LA BANDA
Los Prisioneros propiamente tales van a empezar a tocar en
circuitos universitarios e intelectuales, raramente una especie
menospreciada por sus canciones. Sin embargo, gustan mucho. Se
agarran a palabrotas con el público. Los aplauden(?). El 84, bajo
el sello Fusión -de Fonseca- editan La Voz de los 80, su primer
caset, grabado a pulso, básicamente; fuerte, potente, chileno.
Con caset en mano ya se ponen a golpear algunas puertas, y muy de a
poco, muy de repente, comenzarán a aparecer en algunos medios; La
radio Galaxia, Sábados Gigantes, Canal 11, la Teletón del 85; y se
comenzará a hablar de ellos, en las casas, los recreos, las
cimarras, las esquinas, en las piezas de los cabros. El contenido
de sus letras y la parada de los tres flacos deslenguados les
cierra la puerta de los grandes medios. Pero esto ya está en
marcha: muchos tararean el coro de La voz de los 80, aparece el
caset pirateado en las cunetas, las ferias y los persas; y se
comenzará a regrabar de radio en radio como una epidemia. Algunos
ya empiezan a sacar los acordes en sus guitarras.
El verano del 86 ya todo el mundo joven habla de ellos, buscan sus
tocatas, las radios que los programan llevan sus temas a los
primeros lugares. En la polvoteka de Cartagena se bailan y gritan
las canciones enteras a grito peludo.
Sobre la misma, aparecen otros grupos que hacen música y también
son chilenos, de distintas calidades, muy distintas calidades. Se
habla de un movimiento. En Argentina, por distintos motivos, pasa
lo mismo, y una andanada de Rock Latino suena en nuestras orejas,
luego de mucho tiempo (más o menos desde Los Jaivas). La censura
milica de Chile ofrece los grandes medios y recursos a quienes
digan menos. Mientras menos digan mejor. Una cortina de Pop
chileno-argentino se encarga de cubrir los horrores y miserias del
régimen militar.
A mediados de año, una patrulla le prende fuego a dos lolitos y los
Prisioneros sacan su segundo disco: Pateando Piedras, menos Punk y
más Tecno. Por qué no se van, canta medio Chile a todo pulmón.
Muevan las industrias. únete al Baile de los que sobran. Televisión
Nacional los encabeza en la lista de vetados. No importa; son
ídolos, y héroes. Sus conciertos se llenan de jóvenes chilenos, de
protestas, de gritos, de panfletos, de cabezas negras.
El Festival del 87 los pasa por alto, llevando a la apoteósis la
Sodamanía, que deja la cagá con las radios, la tele, las revistas y
las minas. A mediados de año un extraextra nos avisa que los del
Frente Manuel Rodríguez atacaron al Móstro, con tanta mala raja que
se salva jabonado. De Los Prisioneros no sabremos mucho hasta la
primavera, cuando empieza a sonar una canción rara: Que no
destrocen tu vida. Triste, lejana, con esa voz ambigua, que hablaba
en contra de los padres. Es el primer single del tercer disco:
LaCulturaDeLaBasura. El trabajo más experimental y fuerte del
grupo. Nada es como lo conocíamos, pero es tan embrujante. Las
letras son tan directas que la censura es casi total. Salvo algunas
veces en algunos programas, los vemos la pé. El disco se vende de a
poco, es que ya no es tan comercial, casi no tiene potenciales
Hits. La gira promocional será detenida por un bando militar. Las
cosas se complican. No sabemos qué onda.
Aparecen un par de videos magistrales (Sexo, Maldito sudaca) que
nos devuelve al cuerpo el alma prisionera y las ganas de
cantar.
Para octubre del 88 al Móstro se le ocurre un plebiscito (pa
variar), y Los Prisioneros se integran a la campaña del NO,
actuando luego de mucho tiempo en una concentración gigante de
Vicuña Mackenna y, al cierre de la campaña, como broche de oro en
la Norte-Sur, convertida en un mar de gente. El baile de los que
sobran, el himno de los que nos quedamos aperrando palos en el
Chile gris, es vacilado y traspirado por todos. No cabe duda; puta
que los quieren.
La dictadura pierde su jueguito y el país se prepara para respirar
airecito que no apeste a tanta sangre. A Los Prisioneros se les
pierde el rastro. Hace ratito que no suena música en castellano en
las radios chilenas.
El año 90 los bototos enfilan la retirada hasta sus cuarteles, se
habla de un nuevo disco, se comenta que Claudio Narea se ha
retirado. Katherine Salosny le pregunta a Jorge qué onda, Jorge
dice que mala onda que se haya ido el Claudio y presentan Tren al
Sur, el primer tema de Corazones, entero tecno, entero nuevo,
entero sentimental. Un disco de canciones de amor.
La canción y el álbum descolocan un poco a los seguidores que aún
estábamos empotados con LaCultura. Presentan a Cecilia Aguayo con
toda su onda. Es tan nuevo todo esto. Una nueva actitud, lo
empalagoso de las nuevas melodías, junto con el fin de la censura,
le da al grupo la Gran entrada a los medios masivos. Suenan en
todas partes. Los videos salen en todos los canales. Los escuchan
hasta los cuicos.
Viña del Mar 91 es el gran momento de esta nueva etapa, esta última
etapa. Se anuncia el Fin de la banda con una gira de despedida.
Hace rato que Robert Rodríguez los acompaña en cada presentación.
Hace rato que echamos mucho de menos a Claudio, metido ahora con su
nueva banda: Profetas y Frenéticos, donde rockanrolea a sus anchas.
Aparece un disco de Grandes Exitos de Los Prisioneros. La gira de
despedida va terminando en el Estadio Chile donde todo es una
chacra; se ven agotados, se suben unos pintamonos a guitarrear al
escenario, los gritos de NareaNarea terminan por chorear. El último
concierto es en Valparaíso. Es 1992.
EL RECESO
Un año después, rodeado de parafernalia, Jorge González lanza su
disco solista, que se llama Jorge González, parece feliz. El disco
dice otra cosa, las ha visto requetenegras. Un dolor secreto parece
comerle el corazón y las ganas de vivir. Pero está feliz de haber
tenido un hijo. El aparatoso disco no funciona, no es lo mismo y la
gente parece no comprenderlo y algunos no perdonarlo. Sale patrás.
Se va padentro.
Miguel Tapia y Cecilia Aguayo forman Jardín Secreto, una banda de
Pop muy Tecno que pasa piola. Tal vez por ser muy pop o muy tecno,
o tal vez por una situación de adormecimiento que vive el Rock
Chileno, hasta que un día aparecen unos locos con una canción del
vino y despiertan al Rock Chileno de una patada, y lo despiertan
para siempre.
1994. Jorge González, desde las sombras de su propia tristeza y el
ácido, edita El Futuro se Fué, su trabajo más intimo y, para su
momento, medio perturbador. Un disco lleno de rarezas, sin una
línea definida, con grandes canciones, con cosas muy nuevas, con
una voz que a ratos se desgarra, rajuñando con fuerza una
guitarra.
Los Profetas y Frenéticos se disuelven, luego de haber sacado un
segundo disco: Nuevo Orden, con más pena que glorias.
Aparecen muchos grupos nuevos; Lucybell, Los Tetas, Chancho en
Piedra. Y se dan a conocer otros no tan nuevos; Los Tres, La Ley,
los Fiskales. El Rock Chileno toma un nuevo aire. Se va en otra
volá. Jorge se va a vivir a Nueva York, lleno de Tecno.
El 96 aparece Ni por la Razón Ni por la Fuerza, una antología doble
con grandes éxitos de Los Prisioneros y un regalo para fanáticos:
Los temas inéditos, ésos que siempre quisimos escuchar. El disco
tiene una gracia secreta; Jorge, Miguel y Claudio se juntaron para
trabajar en él, y más secretamente, se juntaron un día en un
estudio para tocar, no grabaron nada. Tocaron temas de Los Beatles
y de otros. Salieron un rato a comprar una bebida.
Un año después Jorge González y Dandy Jack publican Gonzalo
Martínez y sus Congas Pensantes, un disco de CumbiasTecno, osea,
cumbias clásicas en onda Tecno, la difusión y promoción y edición
es tan poca que puta que cuesta encontrarlo. Jardín Secreto saca su
disco El Sonido de Existir, más pop tecno y una producción de Jorge
para El Albertío, de la Gran Violeta.
Claudio Narea trabaja con las escuelas de Rock desde hace mucho,
trabaja en la ATR, trabaja en algunas radios dándose un gusto
personal; tocar su música favorita. El sueño del pibe.
El año 98 aparecen Los Dioses: Jorge González, Miguel Tapia y
Argenis Brito remezclando música de Los Prisioneros y otras cosas
nuevas. El proyecto da una minigira, algunos recitales medio
pobretones. Jorge se cacha muy volado. Jorge los deja tirados.
Jorge se manda cambiar.
Mi Destino: Confesiones de una estrella de Rock, de 1999, es el
disco solista de Jorge González que marca un momento especial. Está
de vuelta; canta con Alvaro Enríquez, canta para Victor Jara, para
Caszely, para Allende. Ha vuelto a San Miguel. a la casa de su
mamá, donde graba el disco, un gran disco. Luego viaja a Cuba para
limpiarse las venas y el alma.
A fines del 2000, Claudio Narea publica Claudio Narea, un disco
financiado por el Fondart; suena como Claudio Narea. Bacán.
Miguel Tapia y Argenis Brito forman Razón Humanitaria, un dúo
dedicado a la música electrónica. No se sabe nada más de este grupo
salvo una foto muy buena donde salen disfrazados de soldaditos. De
Los Prisioneros se edita El Caset Pirata, un disco en vivo,
bastante largo y tarriento.
Desde hace ratito que se sabe que se están juntando; a tocar, a
tomar once, a pelar el cable, pero nada parece lo que
quisiéramos.
El primero de enero del 2001, Claudio dice: Tal vez. Senciende una
llamita en los ojos.
A mediados del 2001, Jorge vuelve de Cuba, limpiecito y feliz.