¿Quién fue Gian Franco Pagliaro?
Carlo Pagliaro, alias Gian Franco Pagliaro, hijo de Francisco y Anna, nace en Nápoles un 23 de julio y lo bautizan el 26 de julio, 3 días después. Sigue siendo del signo de Leo.
A la edad de 6 años la familia se muda Bagnoli, a media hora de Nápoles, una localidad balnearia donde el pequeño Carlo inicia sus estudios primarios en una escuela de monjas.
Es el primero de 4 hijos, Antonio, Annamaría y Sonya son sus hermanos.
Carlo o Gian Franco manifiesta tempranamente sus inclinaciones artísticas. Le gusta mucho el dibujo y dibuja bastante bien. En el colegio es popular, los compañeros le piden dibujos que él entrega a cambio de lapiceras, cuadernos y bolitas. Tiene oído musical. En la familia hay un tío tenor y el canto, la música, es como la pasta y la pizza, cosa de todos los días.
Se cantan arias y canzonettas. Tosca, La Boheme, La Traviata, Cavallería Rusticana, I pagliacci, O sole mio, Torna a Surriento, los nombres de Puccini, Verdi, Mascagni son parte del aire familiar que respira Gian Franco.
Papá y Mamá tienen previsto para el pequeño Carlo un futuro de arquitectura. Lo ven dibujar asiduamente y relacionan esa habilidad con el diseño de palacios y castillos. Gian Franco con el tiempo potencia su inclinación hacia las artes. Le interesa el cine, la poesía, descubre el Renacimiento, la arquitectura de Nápoles, una ciudad rica en monumentos, iglesias, edificios de variados estilos arquitectónicos.
Sin embargo todo ese futuro y los planes previstos para alcanzarlo zarpan un día a bordo del Conte Grande, un trasatlántico mítico en la historia de la emigración, hacia otras tierras. Primer escala, Brasil, 2 años de residencia. Segundo escala, Buenos Aires. La estadía argentina que en un principio iba a durar el tiempo necesario para que papá Francisco encuentre su ”América”, se prolonga para siempre.
En la Argentina Gian Franco retoma los estudios. Lo hace en forma privada a la usanza de las antiguas y nobles familias. En efecto tiene un profesor particular, casi un preceptor. Va todos las mañanas a estudiar a la casa del “Professor Ginobili”, licenciado en lengua italiana, literatura latina, griega, en filosofía y en historia del arte. Además es pintor y periodista. Un humanista con todas las cartas en regla para transferir conocimiento a cualquiera que tuviese inquietud. Gian Franco las tiene. Es curioso, lee a Leopardi, Carducci, Manzoni, Pavese, indaga sobre los Etruscos y escribe poemas en italiano, sonetos, que le publica IL Giornale D’ Italia.
El profesor Ginobili lo lleva de la mano por los caminos de la filosofía, el arte y la literatura. Ese encuentro lo marca profundamente.
En una familia napolitana no es raro que cante toda la familia y bien. En Nápoles o en Buenos Aires o en Toronto, ese pasado de canzonettas está siempre presente. En casa la madre canta mientras plancha, mientras cocina el famoso ragú, el estofado más perfumado del mundo, según los napolitanos, canta el papá “Una furtiva lacrima”, cantan los hermanos y canta Gian Franco. El canto es para los napolitanos lo que la salsa y el bolero son para los cubanos. Gian Franco también canta entre amigos, en reuniones, en fiestas. Le dicen que tiene buena voz, tal vez un poco ronca, hasta que un día se anima a cantar en público acompañado por una orquesta. Recibe aplausos, apoyo, aliento. Fantasea con meterse en el canto.
Lo que fantasea se vuelve realidad. Un amigo le consigue un contrato en un piano bar, 1966. Otro amigo le consigue un contacto en la televisión y otro le presenta a un personaje de la radio muy influyente.
En 1967, el cantautor italiano Luigi Tenco se suicida durante el Festival de San Remo. Participaba con una canción “CIAO AMORE CIAO”. Le proponen a Pagliaro grabar la canción que el malogrado Luigi Tenco no había registrado en los estudios.
En pocas semanas CIAO AMORE CIAO, en la voz de Gian Franco y cantada en italiano, se coloca al tope del ranking.
Lo que viene después podría decirse que es historia sabida. Por las dudas vamos a puntualizar algunos hechos hasta 1976.
En 1968 graba sus primeros temas en castellano: “Otra vez en el mismo bar” y “Este amor”. El disco es muy bien recibido por la crítica y el público. Pagliaro promete. Su voz cautiva. Su acento itálico es “vendedor”.
En 1970 gana el IV Festival de la Canción de Buenos Aires, con “Las cosas que me alejan de ti”.
En 1971, en el mismo Festival, se presenta con otra canción de su autoría, “Yo te nombro”. El tema, que había pasado a la final con el máximo de los votos, es bochado a último momento. Pagliaro no acepta la decisión del jurado y arma un lío, mejor dicho un escándalo de proporciones enormes. Los medios de difusión no le toleran semejante actitud de enfrentamiento y le cuelgan la etiqueta de descontrolado, poco confiable, raro, subversivo, desagradecido y resentido. La Sociedad Argentina de Locutores amenaza con querellarlo por infamia y calumnias. La amenaza no se cumple, tan solo lo silencian en todas las radios.
“Comencé esta carrera con el pie derecho. Luego metí el pie izquierdo, la mano izquierda y la parte izquierda de mi corazón y las cosas ya no fueron las mismas para mí”, declara en una entrevista. Esa parte polémica, crítica y criticada, incorfomista, audaz, lo llevó a Pagliaro a convertirse en el porta estandarte de la canción de protesta en aquellos años de luchas y utopías y en uno de los primeros prohibidos por el gobierno militar y los medios de difusión.. Pensar en voz alta no era conveniente en ese entonces y Gian Franco, no sólo pensaba en voz alta, sino también hablaba y cantaba en voz alta.
En el mismo año, 1971, graba un disco sobre obras de Neruda musicalizadas por él mismo, ya lo había hecho con obras de Almafuerte, Rubén Darío, Bécquer, José Martí.
Para 1974 Gian Franco es un cantautor exitoso a pesar de la censura y un referente y protagonista de la música argentina de esos años que se debatía entre lo comercial y el compromiso.
TODOS LOS BARCOS, VENDRAS CON EL MAR, LAS COSAS QUE ME ALEJAN DE TI, YO TE NOMBRO LIBERTAD, AMIGOS MIOS ME ENAMORE, NO TE VAYAS ENTOCES, LA BALADA DEL BOLUDO son algunos de los temas que le han dado fama y respeto. Artistas como Iva Zannicchi, Nacha Guevara, Leonardo Favio, Sandro, Enrique Guzmán, Héctor Cabrera, Jairo, Wilkyns, Sergio Denis, Sanampay, Los de Siempre, Carlos Torres Vila, Miguel Ángel Robles, La Mona Jiménez, entre otros, han grabado sus canciones. En 1976 su amigo Leonardo Favio lo convence a filmar bajo sus ordenes y al lado de Carlos Monzón, “Soñar Soñar “, hoy por hoy convertida en una película de culto.
1976 fue también el año en que los militares tomaron el poder en la Argentina y nada, pero absolutamente nada, desde ese día, 24 de marzo, fue igual. Se alteraron todos los destinos. “Todos, quien más y quien menos, perdimos lo mejor de nosotros en ese entonces”, escribirá Pagliaro tiempo después.