Biografía de Rafael Martínez
Rafael Martínez nació el 26 de enero de 1940 a orillas del raudal
de La Erica, en el municipio de Arauca. Fueron sus padres los
araucanos José Fernando Martínez y Ramona Arteaga. Fue criado en
medio de las tareas cotidianas de todo hombre de campo. Era llevado
al ordeño, a revisar los rebaños y cuidar los animales enfermos. En
las fechas notorias de Navidad, Año Nuevo o Santa Rosa, su padre lo
llevaba a los parrandos. Así nació su admiración por la creatividad
del llanero y por los cantores consagrados. Aquellos que él
admiraba, comenzaron a llamarlo porque el muchacho salía siempre
con algo nuevo. En 1956, con escasos 16 años, Rafael representó a
Arauca en el Primer Encuentro Nacional de Folcklor celebrado en
Manizales y ocupó el primer lugar como compositor e intérprete.
Luego volvió a lo que era su pasión: la sabana. Volvió con el alma
repleta de esperanzas. Aprendió a tocar bandola, guitarra y cuatro.
Empezó a hacer canciones. Sin embargo se dedicó por completo a los
trabajos de llano. Fue amansador de caballos y vaquero de hato. Lo
ponían de apartador porque los animales le obedecían sin necesidad
de maltratarlos. “Es la inteligencia más que la fuerza lo que se
debe utilizar”, asegura Rafael.
Su primera canción la tituló Llanura, yo soy tu hijo y con ella se
llevó el galardón del Primer Torneo Internacional del Joropo que se
celebró en Arauca en 1966. Así comenzó su exitosa carrera por los
caminos de la fama. Ganó en serie cuatro festivales internacionales
y grabó en el año 1969 su primer larga duración, alternando con
Tirso Delgado, con el éxito que lo signó para siempre: El cazador
novato.
Pero sus triunfos, contrario a lo que se cree, fueron como coplero.
“Yo consideraba -continúa diciendo- que no había nacido para
declamar… mi verdadera inclinación era la copla. Declamar fue una
coincidencia de la vida; mi fuerte era el contrapunteo y lo sigue
siendo… Todo coplero puede ser un poeta repentino. Es que en el
contrapunteo, lo que uno tiene que llevar es el sentido de la
situación”.
“Reinaldo -dice el Cazador- ha sido un hombre muy noble conmigo.
Fue un artista que yo hice; tuve la oportunidad de escribirle las
primeras canciones y ponerlas a su nombre. Claro que posteriormente
se convirtió en una de las plumas mas profundas de la poesía del
llano. Ha sido un innovador, creador de un estilo muy diferente al
que estábamos acostumbrados. Mi orgullo radica en que no aré en el
mar… con él no me equivoque”.
Recuerda las viejas notas del arpa, que contrastan con los
carrerones como la tocan ahora. “Es que el Arpa dio lo que tenía
que dar en manos de Omar Moreno, de David Párales o de Joseíto
Romero. Era una ejecución con unos segundeos y bordoneos lindos,
que se aceleraban un momento no más para que uno zapateara o la
mujer escubillara, para luego seguir un compás bellísimo…”.
A los seis años ya era un coplero afamado. En su juventud fue
amansador de caballos y vaquero de muchos hatos. Su fuerte fue el
contrapunteo, pero terminó siendo declamador. “Yo hice a Reinaldo
Armas, lo conocí cuando era presentador de artistas, ahora me
siento orgulloso de sus éxitos.