Ingresa el correo electrónico para recuperar la contraseña. Luego revisa tu correo para seguir los pasos de recuperación. Sí no llega el correo, revisa tu correo no deseado (spam).
Oh, plenamente, estoy seguro que la vida
guarda misterios de dolor y de grandeza
son como nubes tempestuosas donde anidan
el desengaño, la opulencia y la pobreza.
Yo de la eterna caravana interminable
de los sin padres, sin hogar y sin fortuna,
no tuve mimos, ni caricias en mi cuna,
fui del hospicio, el expósito vulgar (bis)
Madres que arrojáis
sin tener por que
al fruto de su amor,
precio del placer;
me diste desdichas y amarguras
y en mi rededor murmuran
y la afrenta es por demás
Ya mas de uno pregunta por mi nombre,
yo enmudezco y no se que responder;
no conozco padres ni familia,
vago errante por mi senda.
Espero que al fin he de encontrarme
con la autora de mi ser (bis)
No se si el cielo se ha apiadado de mi suerte,
hoy en mi ruta me he encontrado con un alma,
quien al confiarle yo mi mesero destino,
me abrió sus brazos ofreciéndome cariño.
Yo al estrecharla, en mi pecho he sentido
un ansia inmensa de decirle: Madre mía!
no te reprocho, no me importa a mi el pasado:
no soy llamado a juzgar tu proceder. (bis)
Letra
Letra: Pedro Espinel
Música: Pedro Espinel
Oh, plenamente, estoy seguro que la vida
guarda misterios de dolor y de grandeza
son como nubes tempestuosas donde anidan
el desengaño, la opulencia y la pobreza.
Yo de la eterna caravana interminable
de los sin padres, sin hogar y sin fortuna,
no tuve mimos, ni caricias en mi cuna,
fui del hospicio, el expósito vulgar (bis)
Madres que arrojáis
sin tener por que
al fruto de su amor,
precio del placer;
me diste desdichas y amarguras
y en mi rededor murmuran
y la afrenta es por demás
Ya mas de uno pregunta por mi nombre,
yo enmudezco y no se que responder;
no conozco padres ni familia,
vago errante por mi senda.
Espero que al fin he de encontrarme
con la autora de mi ser (bis)
No se si el cielo se ha apiadado de mi suerte,
hoy en mi ruta me he encontrado con un alma,
quien al confiarle yo mi mesero destino,
me abrió sus brazos ofreciéndome cariño.
Yo al estrecharla, en mi pecho he sentido
un ansia inmensa de decirle: Madre mía!
no te reprocho, no me importa a mi el pasado:
no soy llamado a juzgar tu proceder. (bis)