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Buena como nadie, linda como el sol, reinaba por su pinta en el salón. Bailando un tango nació nuestro romance, mientras la orquesta tocaba estos compases.
Cuatro compases que alegraron mi triste corazón con tu divino amor.
Tango milongón, suave y compadrón, que puso el encanto entre mis brazos. Hoy, junto al calor de su tierno amor enterré la angustia de un fracaso. Ya no lloro la maldad de aquélla; ¡ahora vivo tan feliz con ella! Suena bandoneón, que mi corazón quiere esos compases recordar.
Cuatro compases milongueros que fueron la emoción de un nuevo y dulce amor.