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Era mi razón de existir. Me enamoraron sus ojos, su mirar, su sonrojo al suspirar, mi elixir. Mi latir podría desnudar la luna, su brillo enmudecer en la noche por mi sentir. Debilidad adolescente de amor, amaneceres, pasión, nadábamos entre nubes de algodón: entre las olas dibujadas en una ondulada sábana, que rompen en mi espalda secretos sin confesión. Al poco tiempo me quedé embarazada. ¡Maldito hombre! ¿Por qué me hablas tan mal? ¿Por qué empezaste a cambiar? Las discusiones aumentan… Se acrecienta mi inquietud y su actitud es más violenta. Me siento presa. Me robas la libertad. Posesa, de tanta tristeza. Soledad, mi aliada en la tormenta. ¡Para! Tus insultos hieren, mi autoestima muere. ¡Cuánto duele que me trates de manera tan cruenta!
ESTRIBILLO:
Rompe ya tu silencio. Ya sabes, que quien te quiere, está ahí. No dejará que vivas en ese infierno. Te dará la fuerza que necesitas para seguir.
II Convivencia, matrimonio… Sus celos y amenazas se suman a la violencia y al insomnio. Mi alma no durmió ni un día, debido a su tiranía. ¡Por Dios! ¡Convivía con el demonio! Sentí el frío del miedo. Viví bajo la tormenta fría de un eterno invierno. Sus palabras son veneno… Y cada insulto es una herida que yace en mi corazón que está muriendo en silencio. Dos semanas más tarde, la oscuridad de un sentimiento, siento mi alma arder. Mezcla de odio y sangre. El primer golpe no se olvida, es la huida de un ser que busca un nuevo amanecer. Entre lágrimas, me pides perdón: “Me arrepiento. No me dejes, por Dios, eres mi único amor. Eres el sol que ilumina mis deseos. Sin ti, sería ciego y no podría ver mis sueños”. Confusa, observando el cielo, el silencio habla de un inmenso sacrilegio. En mi hijo pienso. Suspiro, tiemblo. Le miro a los ojos: “Te perdono, dame un beso”.
ESTRIBILLO: Rompe ya tu silencio. Ya sabes, que quien te quiere, está ahí. No dejará que vivas en ese infierno. Te dará la fuerza que necesitas para seguir. Rompe ya tu silencio. Tienes que volver a vivir. Y escapa de ese oscuro sufrimiento. Que se lleve el viento tu dolor y tu sufrir.
III Sus palabras son caricias paseando por mi piel. No duermo sin él. Me concilia el sueño con su amor de miel. Si él vuelve a ser el ángel que pintó el Edén. Desnudaré mi ser y posaré; seré su musa fiel. Sus susurros al oído no eran más que un espejismo de idilio en un sombrío desierto de hiel; no eran más que un reflejo de bondad de un corazón que sin razón es indolente y vuelve a envilecer. Vuelven los insultos… La maldad de un hombre enfermo que jamás ha ejercido el rol paterno. Vuelve una descarga de violencia inusitada… ¿Quién se apiada de mi alma que se quema en el infierno? Escaparé de madrugada. Ya no soporto esta oscuridad latente dentro de mi ánima. Escribo mi propia página, en esta vida de tristeza, sepultada bajo un manto de lágrimas. Agarro fuerte a mi hijo bajo el umbral del miedo que supone presenciar un sacrificio y vuelo… Atrás quedó el dolor, ¿sabes? Ahí afuera me espera toda una vida por delante.
Letra de Rompe Tu Silencio
Era mi razón de existir. Me enamoraron sus ojos, su mirar, su sonrojo al suspirar, mi elixir. Mi latir podría desnudar la luna, su brillo enmudecer en la noche por mi sentir. Debilidad adolescente de amor, amaneceres, pasión, nadábamos entre nubes de algodón: entre las olas dibujadas en una ondulada sábana, que rompen en mi espalda secretos sin confesión. Al poco tiempo me quedé embarazada. ¡Maldito hombre! ¿Por qué me hablas tan mal? ¿Por qué empezaste a cambiar? Las discusiones aumentan… Se acrecienta mi inquietud y su actitud es más violenta. Me siento presa. Me robas la libertad. Posesa, de tanta tristeza. Soledad, mi aliada en la tormenta. ¡Para! Tus insultos hieren, mi autoestima muere. ¡Cuánto duele que me trates de manera tan cruenta!
ESTRIBILLO:
Rompe ya tu silencio. Ya sabes, que quien te quiere, está ahí. No dejará que vivas en ese infierno. Te dará la fuerza que necesitas para seguir.
II Convivencia, matrimonio… Sus celos y amenazas se suman a la violencia y al insomnio. Mi alma no durmió ni un día, debido a su tiranía. ¡Por Dios! ¡Convivía con el demonio! Sentí el frío del miedo. Viví bajo la tormenta fría de un eterno invierno. Sus palabras son veneno… Y cada insulto es una herida que yace en mi corazón que está muriendo en silencio. Dos semanas más tarde, la oscuridad de un sentimiento, siento mi alma arder. Mezcla de odio y sangre. El primer golpe no se olvida, es la huida de un ser que busca un nuevo amanecer. Entre lágrimas, me pides perdón: “Me arrepiento. No me dejes, por Dios, eres mi único amor. Eres el sol que ilumina mis deseos. Sin ti, sería ciego y no podría ver mis sueños”. Confusa, observando el cielo, el silencio habla de un inmenso sacrilegio. En mi hijo pienso. Suspiro, tiemblo. Le miro a los ojos: “Te perdono, dame un beso”.
ESTRIBILLO: Rompe ya tu silencio. Ya sabes, que quien te quiere, está ahí. No dejará que vivas en ese infierno. Te dará la fuerza que necesitas para seguir. Rompe ya tu silencio. Tienes que volver a vivir. Y escapa de ese oscuro sufrimiento. Que se lleve el viento tu dolor y tu sufrir.
III Sus palabras son caricias paseando por mi piel. No duermo sin él. Me concilia el sueño con su amor de miel. Si él vuelve a ser el ángel que pintó el Edén. Desnudaré mi ser y posaré; seré su musa fiel. Sus susurros al oído no eran más que un espejismo de idilio en un sombrío desierto de hiel; no eran más que un reflejo de bondad de un corazón que sin razón es indolente y vuelve a envilecer. Vuelven los insultos… La maldad de un hombre enfermo que jamás ha ejercido el rol paterno. Vuelve una descarga de violencia inusitada… ¿Quién se apiada de mi alma que se quema en el infierno? Escaparé de madrugada. Ya no soporto esta oscuridad latente dentro de mi ánima. Escribo mi propia página, en esta vida de tristeza, sepultada bajo un manto de lágrimas. Agarro fuerte a mi hijo bajo el umbral del miedo que supone presenciar un sacrificio y vuelo… Atrás quedó el dolor, ¿sabes? Ahí afuera me espera toda una vida por delante.