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Somos Arboles desnudos en la nieve esperando que el amanecer nos descongele y el que no es y el que menos esconde alguna herida bajo la corteza fría se intercambian sonrisas y gestos de sombrero.
Mientras el corazón estornuda a bajo cero deseando que el día nos traiga en una mano la caricia del verano.
Y resulta que tu nos conoces paso a paso cada milímetro de miedo, cada gramo del fracaso y te acercas de pronto por nuestro invernadero para grabarnos un mensaje con tu formón de carpintero...
Y repetimos como el viejo pescador ¿A quien iremos?
Hemos avanzado, nuestra fuerza es hoy mayor y no hemos conseguido atenuar nuestro dolor. Nos contemplan siglos intentando sobrevivir; somos gladiadores, la consigna es resistir. Unos viven la abundancia, otros mueren en soledad. Unos ríen, otros lloran.
Unos se rebelan, otros se conforman, y se besan la desgracia con la suerte, la vida con la muerte en esta eterna búsqueda de paz, este clamor por libertad.
Y resulta que Tú nos esperas cada día, y nos dibujas mil paisajes, nos insinúas melodías. Y hasta a veces te acercas por nuestro invernadero, para grabarnos un mensaje con tu formón de carpintero. Y nos sentimos como el viejo pescador: ¿A quién iremos?
Si no es a ti ¿a quién iremos? Si solo tu tienes palabras de vida si no es a ti Señor si solo en ti esta la vida solo en ti esta el descanso A quien iremos A quien iremos