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Dejé mi corazón donde tú sabes, pero una canción nunca es suficiente, para poder llevarte serenata se necesita ser muy muy valiente.
La luz de tu ventana se ha encendido y yo con guitarra fosforescente, canto para que sepas que estoy vivo, que sigo siendo tu viejo indecente.
Un buche de cerveza que esta tibia de tanto yo tenerla entre mis manos que por estar cantando no bebía recuerdo que ya se me había olvidado.
Volví para decirte que los perros no dejaban cantar, de cualquier modo quise patearlos yo de uno por uno y ahorita ya no ladran me hacen coros.
Solté la rienda dijo José Alfredo, Jiménez al igual que mi apellido, me quitaré este saco y el sombrero y juraré no haberte conocido,
me llevo de tu casa una gardenia, me llevo tu silueta en la ventana y gracias me despido y con tu venia ya casi acabare mi serenata,
más ahora que has salido en la mañana y vi tus piernas me quedé encantado y aunque no eres la misma que Mariana, discúlpame el haberte despertado,
pues juro que me equivoqué de casa y aunque me sienta muy muy apenado, lo juro que aquí abajo de tu ventana, un gusto fue el haberme equivocado, un placer fue el haberme equivocado, un gusto fue el haberme equivocado.